viernes, 12 de abril de 2013

Entrevista al escultor y maestro Aroldo Lewy

Aroldo Lewy. Sin título. Bronce. 90 x 59 x 28 cm

Hace mucho tiempo soñé una revista que llamaría “La musa en el asfalto”, y que hablaría, por supuesto, de arte. Para esa revista realicé estas entrevistas, a mis maestros de la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, donde estudiaba, y que ahora revivo en nuestro blog.
Permiso maestro.





¿Cómo llegó usted al arte?

Creo que surge en mi niñez. Sentía mucha más vocación para ir con una pala y sacar barro del jardín (para modelar), que para ir a la escuela. Me gustaba dibujar, me encerraba en el baño para hacer figuras de papel higiénico mojado y dejarlas secar. Yo me daba cuenta que ese era mi mundo. Había una vocación muy marcada. Después, con la muerte de mi padre cuando yo tenía diez años se agudiza ese sentimiento.

¿Qué significa ser artista, qué significa relacionarse con un pedazo de piedra, por ejemplo?

Yo pienso que antes de ser escultor, pintor o músico, se es artista. Aquí en Argentina siempre te preguntan qué sos: pintor, escultor, como si fuese una artesanía. O peor todavía: ¿Qué trabajás: la piedra o la madera? Si te llegan a conocer en una línea determinada, como por ejemplo la piedra, no se te ocurra salirte de ahí porque te puede ir mal. Yo gané un primer premio del Salón Nacional con una escultura en piedra, entonces todo el mundo espera que yo mande otra piedra, y yo voy a enviar una madera, un ensamble, para más... No creo que pase por ahí el tema de la creación...

¿Por los materiales, por la expresión?

Pienso que los materiales son importantes. No es lo mismo pintar al óleo que pintar con acrílico o dibujar con grafito, pero los materiales son el vehículo de tu pensamiento, de tu sentimiento.

¿Tanto podría ser escultura como poesía?

Sí, es el mismo mecanismo y es el mismo ámbito. No existe división entre arquitectura, pintura, poesía, son una sola cosa, y yo quisiera hacerlo más amplio: ni la ingeniería, ni la química, ni la matemática están fuera. Es un campo unificado, son un solo elemento.

¿Qué expresión hay en ingeniería, por ejemplo?

Hay obras maestras como las de Derby, o Catalano, o Wright mismo que era arquitecto pero también hizo ingeniería.

Claro, pero aqui entra también la funcionalidad de la obra

Ese tema de la discusión de lo funcional es un tema árido, estamos de acuerdo. Lo funcional está muy bien. Pero pienso que en ingeniería puede haber tanta poesía como en pintura y escultura. En Argentina se considera que ingeniero es el que pone una columna y una viga, como si eso fuera todo. Hay mucha poesía en una torre como la de Eiffel, y es un ingeniero el que la hizo. Lo que pasa es que quisimos compartimentar las cosas y creemos que solamente son obras de arte los objetos: un cuadro, una escultura, los muebles, lo mobiliar, y los inmuebles no pueden ser obras de arte. Los Incas, por ejemplo, tallan piedras en la montaña, algo no móvil, algo fijo, inclusive fijo al terreno, y es arte. Inclusive es algo inútil, porque el arte es algo inútil.

¿Usted cree eso?

Absolutamente. (RISAS) No es útil: no puedo batir la crema con un cuadro, ni me puedo movilizar metiéndome adentro de una escultura, tengo que tener un automóvil o una batidora.

¿Usted abre el panorama del arte abarcando cosas como la ingeniería o la arquitectura porque cree que deberían ser abarcadas o porque efectivamente lo son?

Yo pienso que tendrían que ser abarcadas. En otros lugares del mundo, como en Europa, por ejemplo, los espacios vitales planificados para el hombre comprenden una magnitud mucho más amplia de la que consideramos aquí. El urbanismo es un arte, una poesía. Podemos pensar en un Costa, en un Niemayer, en un Alvar Aalto, en urbanistas como Rossi, un montón de gente que tiene la capacidad poética, y es lo mismo, no hay diferencia.

Incluso abriendo tanto el campo del arte se puede llegar a la vida misma...

Por supuesto, el arte más difícil es el de la vida. Es un arte fluyente, vos no fijás las cosas, no podés nunca fijar algo, todo se te escapa. Es como un malabarista que está constantemente moviendo los brazos, los pensamientos y todo para que no se le caiga el gorro y la manzana. Por eso es el arte más difícil, el arte cumbre es la vida.

¿Como ve el arte en la Argentina en este momento?

Tal vez no se puede hablar de un arte argentino, sino que se debe hablar de los artistas. En cuanto a movimiento artístico está un poco flojo, pero hay mucha gente que está tratando de hacer muchas cosas, y pienso que el entorno no ayuda. Anoche justamente escuché un noticiero que hablaba de los premios que reciben por ejemplo los jugadores de golf, de tenis, hablaba de un boxeador que ganó veinticinco millones de dólares. En cambio cuando los premios son para el arte... En realidad, seguramente los organizadores de todo esto tienen razón. El arte es inútil, ¿para qué sirve? Volvemos a lo mismo. El juego también es inútil, sin embargo se lo considera muy útil porque distrae a las multitudes y los saca del eje del problema que es la vida, los aparta en forma masiva y son atraídos hacia un polo que los mantiene “tranquilos”.

¿Y qué pasa aquí en la Argentina?

¿Los premios nacionales de arte? Pasa lo siguiente: parece que muchos piensan que al artista no habría que premiarlo, habría que castigarlo inclusive. Picasso tiene una frase muy buena que dice que al artista habría que pincharle los ojos como a los jilgueros para que canten mejor. Seguramente hay algo de eso. Si no se les pincha los ojos, se les pinchan constantemente muchas otras cosas como para que aparentemente no pueda realizar su obra. Es muy duro, por ejemplo, saber que vos recibiste un premio oficial y lo cobrás al año, si lo cobras, y te dan el mismo dinero, sin actualizar, o sea que no podés comprar ni un paquete de cigarrillos. Yo pienso que con respecto a la cultura no hay respeto.

¿Y la gente? ¿Cómo se siente usted dentro de la sociedad?

Como artista uno se siente siempre como un outsider: en inglés quiere decir el que corre alrededor de y está afuera de la cancha. El que corre una carrera por su cuenta, aunque la gane, pero está afuera y no compite. No hay mucha comunicación con la gente, talvez porque no sea el arte lo que la gente está buscando, está buscando otro medio de expresión como el cine o la televisión. El cine también es arte, que quede bien claro. Pero la gente está buscando dentro del arte una expresión como es el cine, que seguramente atrae mucho más porque es inmediato. Tiene una similitud con lo que hacía en la edad media un juglar, que se paraba en el medio del pueblo, sacaba su laúd y comenzaba a decir sus cosas. Hay algo cinético que atrae mucho más, está el tiempo y el espacio de por medio, y como esta es una época del espacio a la gente le interesa el movimiento, lo que ocupa el espacio, lo que ocupa el tiempo y su transcurrir. El cine es un caso. En cambio nosotros, los escultores principalmente, somos animales antediluvianos. Estamos todavía haciendo obras estáticas, que no se mueven, que no giran, que son totémicas, permanecen en el tiempo, son fundamentalmente centro de atracción. Buscamos que esa obra se vincule con el espectador de una manera axial, totémica.

¿Con toda esa tendencia al movimiento, que además se apoya mucho en la tecnología, en forma de performances, o instalaciones, tienden a desaparecer formas como la pintura o la escultura?

Pienso que seguramente en un momento dado la pintura y la escultura van a desaparecer, pero van a reaparecer, va a haber una desaparición y una aparición, esa es mi sensación. Desaparecen porque la neblina va a cubrir el paisaje, una neblina muy espesa con la característica de obnubilar al ser, sacarlo de si, mostrarle un mundo que seguramente no le pertenece, fabricado desde afuera, exógeno, que suplanta lo que era antiguamente la obra objeto, la obra de arte. Yo creo que lo que viene después es algo mejor todavía, va a ser una escultura integrada con la arquitectura y con la ingeniería, con la pintura también integrada totalmente. No va a existir el objeto de arte, sino que todo va a ser arte. Creo que va a ser un cambio para bien, y los restos que queden de piezas de arte se van a mostrar como excelentes, como ejemplos de un intento individual para lograr un algo, y si no se van a quemar. Es un trabajo de pioneros.

¿Usted escribe sus reflexiones?

Si, aquí hay un ejemplo: “El ecléctico es un tremendo dudador, cargado de interrogantes y de múltiples soluciones para un solo tema” Son cosas muy raras estas. Son interiores, tal vez las podés llegar a entender pero no sé si el gran público las puede llegar a entender. Por ejemplo digo que la obra de arte es algo inútil, y quien lo lee se puede preguntar “entonces para qué hace arte”. No entienden que yo lo digo con rabia, a propósito, para que se den cuenta de que sí es útil. Generalmente no se hace el planteo inverso. No se piensa qué pasaría por ejemplo si no tuviéramos luz, si no tuviéramos aire, o comida, o abrigo, si no tuviéramos con qué trasladarnos. Nunca nos hacemos ningún tipo de planteo porque lo tenemos. Lo mismo pasa con el arte, como lo tenemos no lo apreciamos. Pero supongamos que no existe en el planeta tierra un solo artista, entonces el mundo estaría tratando de inventarlo, de suplantarlo de alguna manera.

¿Se puede enseñar arte?

Yo durante mucho tiempo pensé que no se podía enseñar nada. Por eso accedí a la docencia recién a los 55 años. Pienso que a lo sumo el profesor se parece a la batería del automóvil. Sirve para poner en marcha el auto. Una vez en marcha la batería ya no camina, ya están el dínamo, el alternador y todo lo que se mueve para hacer funcionar el motor. Si un profesor sirve de batería de arranque para sus alumnos, es suficiente. El profesor no es un andador, no es una muleta ni un bastón, tiene que ser un inductor de la fuerza interior que tiene cada alumno y hacer que el alumno la descubra. Pienso que el mérito de un profesor – la palabra profesor no me gusta- de un maestro es ese.

¿Qué pasa cuando vemos alumnos que terminan haciendo obra similar a la de su maestro?

Yo me opongo absolutamente al estereotipo en el estudio. Me opongo a todo aquello que no induzca a la reflexión y al asombro. En el estudio debe haber riesgo, no puede ser un andarivel sobre vías en el que se sabe perfectamente qué va a ocurrir. Si el alumno sabe lo que va a ocurrir, lo más probable es que no ocurra nada. El alumno no descubre su objetivo, ya lo conoce. Y si bien en enseñanza es necesario un objetivo, éste tiene que ser muy lábil, muy móvil, como para que realmente sea posible el escalonamiento y el crecimiento interior, que es lo más importante. El alumno que siente que está creciendo, presiente que va a llegar a otra cosa. Todos los seres humanos son creadores. Como profesor debo respetar al otro al punto de descubrir cuál es su manera de ser para que pueda encontrar un método apropiado para poder expresarse. El maestro hace un seguimiento del alumno, individuo por individuo, no existe la clase masiva, mucho menos en arte, donde no puede ser igual para todos. En ese sentido concuerdo con la homeopatía: creo que hay una solución para cada individuo. Es hermoso cuando el alumno descubre la suya. Yo pienso que durante el aprendizaje el alumno no crea “obras de arte”, lo que hace son trabajos, tareas, ejercícios. Por eso me opongo a las esculturas patinadas, con mucha base, con mucha terminación, prefiero la obra abierta. Cuando me dicen por ejemplo: “¿Paso el trabajo a cemento? y les digo que tiene que ser en yeso, porque en yeso el ojo mismo lo puede destruir, en cambio el cemento es indestructible. No hay que hacer los bocetos, o las ideas de desarrollo pedagógico, en materiales definitivos, nunca. Porque no los movilizás nunca más, es decir, llegaste a un punto donde quedó fijo, y no podés romper eso. Un verdadero estudio consiste en romper, en destruir lo que hiciste y rehacer de nuevo, el crecimiento está en ello, en poder destruir y rehacer, sino no hay crecimiento. Por eso me opongo profundamente a planes de estúdio rígidos en los que se pretende que el alumno realice obras de arte.

¿Llegar a descubrir su propio método le llevó mucho tiempo?

Por supuesto, pienso que recién ahora me estoy avivando de cómo son las cosas. Antes tenía fuerza física y ahora tengo más claridad mental. Es otra vez la polaridad, es como un vaivén, se pierde por un lado, se gana por el otro. Antes para levantar un peso usaba fuerza física, ahora uso la cabeza.

Usted habla mucho del movimiento, del destruir y construir. Y me comentaba hace un rato que tiene varias imágenes distintas en su obra, que la gente espera que haga una cosa y usted hace otra.

No es que yo trabaje en contra de la visión de la gente, lo que sucede es que en la Argentina estamos muy habituados a conocer el estilo de un artista. Cocteau dice que lo importante no es tener un estilo, sino que lo importante es tener estilo. Es decir, tener algo que decir, tener interioridad, como yo le llamo, y madurez interior. Si vos tenés algo que decir, no busques tu propio estereotipo, como se ve normalmente. Yo reconozco la obra de Fulano porque siempre es la misma, puede variar un poco aquí, un poco allá, pero es como un sello que compró e imprime constantemente. Por supuesto eso deja conforme a los críticos, deja conforme al público, porque es una respuesta constante en un sentido que permite re-conocerlo, es decir, volver a conocerlo. En cambio cuando tu obra es variada está en el ensayo, yo pienso que la verdadera obra está en el ensayo. Hay muchos trabajos en el quehacer de tu vida, y pocas obras. Con obra me refiero a algo trascendente, algo que ocupa un lugar en el vacío dentro del damero, una obra de la cual no puede prescindir la sociedad. Si hablamos por ejemplo de un Yrurtia: Monumento al Trabajo, de Curatella Manes: Los equilibristas, De Badii: Una Madre, no puedo prescindir de esas obras. Cuando no puedo prescindir de una obra es porque es la obra fundamental. Es una obra, no un trabajo. El sueño de todo artista es ocupar ese espacio en el damero social con una obra que sea imprescindible. Una obra que refleje tal vez a la sociedad, sin que la misma sociedad lo sepa. Porque el artista es una especie de vigía, avizora zonas que el común de la gente no es capaz de ver. Es un vigía que no duerme, mientras todos duermen él está constantemente en vigilia, y ve cosas y se anticipa a problemas dentro del campo social que ni siquiera los sociólogos son capaces de ver. Por eso el arte no es protegido. Porque molesta, y los que saben de estas cosas, entre ellos los poderosos, saben perfectamente que el artista siempre da con el martillo en el dedo, no va a errar nunca.

 

Entrevista de Gaba Echeverría

 (Buenos Aires, 1990)

2 comentarios:

  1. gracias por publicar esta entrevista a un gran artista y maestro, de parte de uno de sus alumnos, Alejandro Aranda Rickert

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  2. alguien sabe como me puedo contactar con Aroldo? hace muchos años que no se nada de él. muchas gracias. Damian Eselevsky

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