Hace mucho tiempo soñé una revista que llamaría “La musa en el
asfalto”, y que hablaría, por supuesto, de arte. Para esa revista realicé estas
entrevistas, a mis maestros de la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano
Pueyrredón, donde estudiaba, y que ahora revivo en nuestro blog.
Permiso maestro.
¿Cómo llegó usted al arte?
Creo que surge en mi niñez. Sentía mucha más vocación para
ir con una pala y sacar barro del jardín (para modelar), que para ir a la
escuela. Me gustaba dibujar, me encerraba en el baño para hacer figuras de papel
higiénico mojado y dejarlas secar. Yo me daba cuenta que ese era mi mundo.
Había una vocación muy marcada. Después, con la muerte de mi padre cuando yo
tenía diez años se agudiza ese sentimiento.
¿Qué significa ser artista, qué significa relacionarse con
un pedazo de piedra, por ejemplo?
Yo pienso que antes de ser escultor, pintor o músico, se es
artista. Aquí en Argentina siempre te preguntan qué sos: pintor, escultor, como
si fuese una artesanía. O peor todavía: ¿Qué trabajás: la piedra o la madera?
Si te llegan a conocer en una línea determinada, como por ejemplo la piedra, no
se te ocurra salirte de ahí porque te puede ir mal. Yo gané un primer premio
del Salón Nacional con una escultura en piedra, entonces todo el mundo espera
que yo mande otra piedra, y yo voy a enviar una madera, un ensamble, para
más... No creo que pase por ahí el tema de la creación...
¿Por los materiales, por la expresión?
Pienso que los materiales son importantes. No es lo mismo
pintar al óleo que pintar con acrílico o dibujar con grafito, pero los
materiales son el vehículo de tu pensamiento, de tu sentimiento.
¿Tanto podría ser escultura como poesía?
Sí, es el mismo mecanismo y es el mismo ámbito. No existe
división entre arquitectura, pintura, poesía, son una sola cosa, y yo quisiera
hacerlo más amplio: ni la ingeniería, ni la química, ni la matemática están
fuera. Es un campo unificado, son un solo elemento.
¿Qué expresión hay en ingeniería, por ejemplo?
Hay obras maestras como las de Derby, o Catalano, o Wright
mismo que era arquitecto pero también hizo ingeniería.
Claro, pero aqui entra también la funcionalidad de la obra
Ese tema de la discusión de lo funcional es un tema árido,
estamos de acuerdo. Lo funcional está muy bien. Pero pienso que en ingeniería
puede haber tanta poesía como en pintura y escultura. En Argentina se considera
que ingeniero es el que pone una columna y una viga, como si eso fuera todo.
Hay mucha poesía en una torre como la de Eiffel, y es un ingeniero el que la
hizo. Lo que pasa es que quisimos compartimentar las cosas y creemos que
solamente son obras de arte los objetos: un cuadro, una escultura, los muebles,
lo mobiliar, y los inmuebles no pueden ser obras de arte. Los Incas, por ejemplo,
tallan piedras en la montaña, algo no móvil, algo fijo, inclusive fijo al
terreno, y es arte. Inclusive es algo inútil, porque el arte es algo inútil.
¿Usted cree eso?
Absolutamente. (RISAS) No es útil: no puedo batir la crema
con un cuadro, ni me puedo movilizar metiéndome adentro de una escultura, tengo
que tener un automóvil o una batidora.
¿Usted abre el panorama del arte abarcando cosas como la
ingeniería o la arquitectura porque cree que deberían ser abarcadas o porque
efectivamente lo son?
Yo pienso que tendrían que ser abarcadas. En otros lugares del
mundo, como en Europa, por ejemplo, los espacios vitales planificados para el
hombre comprenden una magnitud mucho más amplia de la que consideramos aquí. El
urbanismo es un arte, una poesía. Podemos pensar en un Costa, en un Niemayer,
en un Alvar Aalto, en urbanistas como Rossi, un montón de gente que tiene la
capacidad poética, y es lo mismo, no hay diferencia.
Incluso abriendo tanto el campo del arte se puede llegar a
la vida misma...
Por supuesto, el arte más difícil es el de la vida. Es un
arte fluyente, vos no fijás las cosas, no podés nunca fijar algo, todo se te
escapa. Es como un malabarista que está constantemente moviendo los brazos, los
pensamientos y todo para que no se le caiga el gorro y la manzana. Por eso es
el arte más difícil, el arte cumbre es la vida.
¿Como ve el arte en la Argentina en este momento?
Tal vez no se puede hablar de un arte argentino, sino que se
debe hablar de los artistas. En cuanto a movimiento artístico está un poco
flojo, pero hay mucha gente que está tratando de hacer muchas cosas, y pienso
que el entorno no ayuda. Anoche justamente escuché un noticiero que hablaba de
los premios que reciben por ejemplo los jugadores de golf, de tenis, hablaba de
un boxeador que ganó veinticinco millones de dólares. En cambio cuando los
premios son para el arte... En realidad, seguramente los organizadores de todo
esto tienen razón. El arte es inútil, ¿para qué sirve? Volvemos a lo mismo. El
juego también es inútil, sin embargo se lo considera muy útil porque distrae a
las multitudes y los saca del eje del problema que es la vida, los aparta en
forma masiva y son atraídos hacia un polo que los mantiene “tranquilos”.
¿Y qué pasa aquí en la Argentina?
¿Los premios nacionales de arte? Pasa lo siguiente: parece
que muchos piensan que al artista no habría que premiarlo, habría que
castigarlo inclusive. Picasso tiene una frase muy buena que dice que al artista
habría que pincharle los ojos como a los jilgueros para que canten mejor. Seguramente
hay algo de eso. Si no se les pincha los ojos, se les pinchan constantemente
muchas otras cosas como para que aparentemente no pueda realizar su obra. Es
muy duro, por ejemplo, saber que vos recibiste un premio oficial y lo cobrás al
año, si lo cobras, y te dan el mismo dinero, sin actualizar, o sea que no podés
comprar ni un paquete de cigarrillos. Yo pienso que con respecto a la cultura
no hay respeto.
¿Y la gente? ¿Cómo se siente usted dentro de la sociedad?
Como artista uno se siente siempre como un outsider: en
inglés quiere decir el que corre alrededor de y está afuera de la cancha. El
que corre una carrera por su cuenta, aunque la gane, pero está afuera y no
compite. No hay mucha comunicación con la gente, talvez porque no sea el arte
lo que la gente está buscando, está buscando otro medio de expresión como el
cine o la televisión. El cine también es arte, que quede bien claro. Pero la
gente está buscando dentro del arte una expresión como es el cine, que
seguramente atrae mucho más porque es inmediato. Tiene una similitud con lo que
hacía en la edad media un juglar, que se paraba en el medio del pueblo, sacaba
su laúd y comenzaba a decir sus cosas. Hay algo cinético que atrae mucho más,
está el tiempo y el espacio de por medio, y como esta es una época del espacio
a la gente le interesa el movimiento, lo que ocupa el espacio, lo que ocupa el
tiempo y su transcurrir. El cine es un caso. En cambio nosotros, los escultores
principalmente, somos animales antediluvianos. Estamos todavía haciendo obras
estáticas, que no se mueven, que no giran, que son totémicas, permanecen en el
tiempo, son fundamentalmente centro de atracción. Buscamos que esa obra se
vincule con el espectador de una manera axial, totémica.
¿Con toda esa tendencia al movimiento, que además se apoya
mucho en la tecnología, en forma de performances, o instalaciones, tienden a
desaparecer formas como la pintura o la escultura?
Pienso que seguramente en un momento dado la pintura y la
escultura van a desaparecer, pero van a reaparecer, va a haber una desaparición
y una aparición, esa es mi sensación. Desaparecen porque la neblina va a cubrir
el paisaje, una neblina muy espesa con la característica de obnubilar al ser,
sacarlo de si, mostrarle un mundo que seguramente no le pertenece, fabricado
desde afuera, exógeno, que suplanta lo que era antiguamente la obra objeto, la
obra de arte. Yo creo que lo que viene después es algo mejor todavía, va a ser
una escultura integrada con la arquitectura y con la ingeniería, con la pintura
también integrada totalmente. No va a existir el objeto de arte, sino que todo
va a ser arte. Creo que va a ser un cambio para bien, y los restos que queden
de piezas de arte se van a mostrar como excelentes, como ejemplos de un intento
individual para lograr un algo, y si no se van a quemar. Es un trabajo de
pioneros.
¿Usted escribe sus reflexiones?
Si, aquí hay un ejemplo: “El ecléctico es un tremendo
dudador, cargado de interrogantes y de múltiples soluciones para un solo tema”
Son cosas muy raras estas. Son interiores, tal vez las podés llegar a entender
pero no sé si el gran público las puede llegar a entender. Por ejemplo digo que
la obra de arte es algo inútil, y quien lo lee se puede preguntar “entonces
para qué hace arte”. No entienden que yo lo digo con rabia, a propósito, para
que se den cuenta de que sí es útil. Generalmente no se hace el planteo
inverso. No se piensa qué pasaría por ejemplo si no tuviéramos luz, si no
tuviéramos aire, o comida, o abrigo, si no tuviéramos con qué trasladarnos.
Nunca nos hacemos ningún tipo de planteo porque lo tenemos. Lo mismo pasa con
el arte, como lo tenemos no lo apreciamos. Pero supongamos que no existe en el
planeta tierra un solo artista, entonces el mundo estaría tratando de
inventarlo, de suplantarlo de alguna manera.
¿Se puede enseñar arte?
Yo durante mucho tiempo pensé que no se podía enseñar nada.
Por eso accedí a la docencia recién a los 55 años. Pienso que a lo sumo el
profesor se parece a la batería del automóvil. Sirve para poner en marcha el
auto. Una vez en marcha la batería ya no camina, ya están el dínamo, el
alternador y todo lo que se mueve para hacer funcionar el motor. Si un profesor
sirve de batería de arranque para sus alumnos, es suficiente. El profesor no es
un andador, no es una muleta ni un bastón, tiene que ser un inductor de la
fuerza interior que tiene cada alumno y hacer que el alumno la descubra. Pienso
que el mérito de un profesor – la palabra profesor no me gusta- de un maestro
es ese.
¿Qué pasa cuando vemos alumnos que terminan haciendo obra
similar a la de su maestro?
Yo me opongo absolutamente al estereotipo en el estudio. Me
opongo a todo aquello que no induzca a la reflexión y al asombro. En el estudio
debe haber riesgo, no puede ser un andarivel sobre vías en el que se sabe
perfectamente qué va a ocurrir. Si el alumno sabe lo que va a ocurrir, lo más
probable es que no ocurra nada. El alumno no descubre su objetivo, ya lo
conoce. Y si bien en enseñanza es necesario un objetivo, éste tiene que ser muy
lábil, muy móvil, como para que realmente sea posible el escalonamiento y el
crecimiento interior, que es lo más importante. El alumno que siente que está
creciendo, presiente que va a llegar a otra cosa. Todos los seres humanos son
creadores. Como profesor debo respetar al otro al punto de descubrir cuál es su
manera de ser para que pueda encontrar un método apropiado para poder
expresarse. El maestro hace un seguimiento del alumno, individuo por individuo,
no existe la clase masiva, mucho menos en arte, donde no puede ser igual para
todos. En ese sentido concuerdo con la homeopatía: creo que hay una solución
para cada individuo. Es hermoso cuando el alumno descubre la suya. Yo pienso
que durante el aprendizaje el alumno no crea “obras de arte”, lo que hace son
trabajos, tareas, ejercícios. Por eso me opongo a las esculturas patinadas, con
mucha base, con mucha terminación, prefiero la obra abierta. Cuando me dicen
por ejemplo: “¿Paso el trabajo a cemento? y les digo que tiene que ser en yeso,
porque en yeso el ojo mismo lo puede destruir, en cambio el cemento es
indestructible. No hay que hacer los bocetos, o las ideas de desarrollo
pedagógico, en materiales definitivos, nunca. Porque no los movilizás nunca
más, es decir, llegaste a un punto donde quedó fijo, y no podés romper eso. Un
verdadero estudio consiste en romper, en destruir lo que hiciste y rehacer de
nuevo, el crecimiento está en ello, en poder destruir y rehacer, sino no hay
crecimiento. Por eso me opongo profundamente a planes de estúdio rígidos en los
que se pretende que el alumno realice obras de arte.
¿Llegar a descubrir su propio método le llevó mucho tiempo?
Por supuesto, pienso que recién ahora me estoy avivando de
cómo son las cosas. Antes tenía fuerza física y ahora tengo más claridad
mental. Es otra vez la polaridad, es como un vaivén, se pierde por un lado, se
gana por el otro. Antes para levantar un peso usaba fuerza física, ahora uso la
cabeza.
Usted habla mucho del movimiento, del destruir y construir.
Y me comentaba hace un rato que tiene varias imágenes distintas en su obra, que
la gente espera que haga una cosa y usted hace otra.
No es que yo trabaje en contra de la visión de la gente, lo
que sucede es que en la Argentina estamos muy habituados a conocer el estilo de
un artista. Cocteau dice que lo importante no es tener un estilo, sino que lo
importante es tener estilo. Es decir, tener algo que decir, tener interioridad,
como yo le llamo, y madurez interior. Si vos tenés algo que decir, no busques
tu propio estereotipo, como se ve normalmente. Yo reconozco la obra de Fulano
porque siempre es la misma, puede variar un poco aquí, un poco allá, pero es
como un sello que compró e imprime constantemente. Por supuesto eso deja
conforme a los críticos, deja conforme al público, porque es una respuesta
constante en un sentido que permite re-conocerlo, es decir, volver a conocerlo.
En cambio cuando tu obra es variada está en el ensayo, yo pienso que la
verdadera obra está en el ensayo. Hay muchos trabajos en el quehacer de tu
vida, y pocas obras. Con obra me refiero a algo trascendente, algo que ocupa un
lugar en el vacío dentro del damero, una obra de la cual no puede prescindir la
sociedad. Si hablamos por ejemplo de un Yrurtia: Monumento al Trabajo, de
Curatella Manes: Los equilibristas, De Badii: Una Madre, no puedo prescindir de
esas obras. Cuando no puedo prescindir de una obra es porque es la obra
fundamental. Es una obra, no un trabajo. El sueño de todo artista es ocupar ese
espacio en el damero social con una obra que sea imprescindible. Una obra que
refleje tal vez a la sociedad, sin que la misma sociedad lo sepa. Porque el
artista es una especie de vigía, avizora zonas que el común de la gente no es
capaz de ver. Es un vigía que no duerme, mientras todos duermen él está
constantemente en vigilia, y ve cosas y se anticipa a problemas dentro del
campo social que ni siquiera los sociólogos son capaces de ver. Por eso el arte
no es protegido. Porque molesta, y los que saben de estas cosas, entre ellos
los poderosos, saben perfectamente que el artista siempre da con el martillo en
el dedo, no va a errar nunca.
gracias por publicar esta entrevista a un gran artista y maestro, de parte de uno de sus alumnos, Alejandro Aranda Rickert
ResponderEliminaralguien sabe como me puedo contactar con Aroldo? hace muchos años que no se nada de él. muchas gracias. Damian Eselevsky
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