martes, 28 de mayo de 2013

¿La Caverna?

(Gaba Echeverría,"Viejo duende", lápiz sobre papel, 2013)


Que bárbaro como uno pasa a depender de ese pequeño aparatito celular que nos comunica con una virtualidad que sin embargo nos acompaña a todos lados. Nos pone en importancia que alguien comente nuestra publicación, que un amigo se haya reído de un chiste nuestro o comentado alguna foto nuestra, y eso pasa a ser calor humano, un calor virtual, una caricia a la distancia, una pequeña atención que alguien nos dedica en medio de un trajín también virtual, superficial, de mirar cosas y leer frases y mirar fotos y opinar constantemente en modo zapping sobre mil cosas distintas, amigos distintos, publicaciones distintas, que en general tienen en común lo superficial y limitado, algo que viene teniendo en común mucha de la información que manejamos en todos lados, es concisa y corta, y no se puede profundizar. Es una muestra, el pensamiento generalmente no alcanza a profundizar nada porque pasa a otra publicación, a otro tema, a otra muestrita de universo virtual que no descubre nada apenas da una sensación de haber llegado a algo sobre algo, como si eso bastara para vivir, para tener el gusto de la vida del universo...
Todo es periodismo, todo es información que se transmite o se recibe, es importante saber qué quién, cómo, donde, cuándo, y nos están faltando los porqués, nos siguen faltando, nos falta la pregunta, la búsqueda, la profundización, perdemos la metáfora, el pensamiento mágico, el mito, nos falta conectar los infinitos hechos que miramos y nos miran, perseguir de nuevo a Dios... a todos los dioses.
Perdemos la melancolía en el zapping constante y el Alplax, y las fórmulas seudo filosóficas de autoayuda. Perdemos al planeta mientras firmamos largas listas de petitorios por la ecología o compramos la gaseosa que ayuda a la naturaleza con un envase pet más fácil de tirar... sigue siendo un envase contaminante... y nosotros tan tranquilos... Tan convencidos de la información que nos dan que no miramos alrededor para ver si es verdad...
Los miedos, los terrores, la desorientación, la soledad, son el precio de abrir los ojos, encontrarse con uno mismo y las limitaciones de esta vida en esta sociedad en este planeta y en esta época...
Saramago lo contó en su novela La Caverna... pero le puso un "final feliz", donde los héroes acompañados por sus amores respectivos, se iban buscando nuevos horizontes, lejos del mundo virtual que el centro les ofrecía: la mismísima caverna de Platón, transformada en centro comercial y de esparcimiento donde se podía revivir cualquier experiencia virtualmente...
En la vida real los héroes nos quedamos solos, ni siquiera somos tan heroicos y tan íntegros para poder evitar la virtualidad y el engaño constantemente, no estamos seguros, tenemos miedo y frío, y a veces preferimos el Alplax a las lágrimas...
Gaba Echeverría 2013



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